“Mis memorias del maestro Álvaro Ruiz Hernández”
Un homenaje al hombre de radio.
Cuando en 1989, un año después de haberme graduado como comunicadora social –periodista, me aviento al mundo de la radio a trabajar en la Voz de la Costa, al lado de Ricardo Díaz De la Rosa en su noticiero “El Informativo de la Costa” - compartiendo con personajes como Federico Santo Domingo, a quien le debo mi ingreso al noticiero; Óscar Santiago Bovea y Pepe Sánchez - , mi primer deseo fue formarme en el manejo de la voz para ganarle la partida a la inexperiencia, que es compañera inseparable de los jóvenes profesionales recién egresados de la universidad.
Por sugerencia y recomendación de Eduardo Hernández Vega, entonces locutor del noticiero y mi amigo por siempre, me inscribí en un curso de locución en el Sena, dictado por nadie más y nadie menos que el maestro Álvaro Ruiz Hernández, a quien siempre he considerado la “biblia de la radiodifusión en Colombia”, no sólo por su trayectoria y experiencia sino por su prodigiosa memoria fotográfica.
Entre clases y diálogos sobre su trajinar por las ondas hertzianas, transcurridos los cuatro módulos de capacitación y ya finalizado el curso, cuatro de sus estudiantes, a riesgo propio, emprendimos la tarea de revivir el dramatizado más famoso de “el profesor” - como le llamábamos - no me refiero a “Ley contra el hampa”, “Código del terror” ni a “Casta de valientes” también de su autoría.
De este modo en 1993, “Hay gente así” inicia una nueva etapa al aire a través de emisoras ABC con libretos originales del maestro, bajo mi dirección y el acompañamiento de Lina Bossio, Martha González Chávez, Adolfo Osorio y un quijotesco elenco amante de la actuación.
Con una producción casi artesanal, nada que ver con la infraestructura que le brindaran Caracol Radio en 1974, o Emisoras Riomar de Todelar en 1978, se logró cautivar un importante público ávido de la dramaturgia radial que ya se creía muerta y sepultada.
En esta ocasión “Hay gente así” no contaba con la experiencia actoral de Amparo Grisales, Chela del Río, Teresa Gutiérrez o Víctor de la Fuente, integrantes del elenco Caracol, ni con “pesos pesados” de la radio barranquillera como Jairo Paba, Pacho de la Hoz, Jenny Navarro, Esmeralda Ariza o Leonidas Otálora, pero le fue suficiente el talento que desplegaron figuras como Gustavo Bossio, Juan Carlos Rueda, Jhon Díaz, Nelson Olaves, Helmer Vásquez, Miguel Rey, Mónica Vengoechea, María Auxiliadora Martínez, Temenuzca Bolívar, Julio César Lobo, Sofía Abello, Helmer Correa, los creadores del programa que también actuábamos y demás personas que se unían esporádicamente a hacer gala de sus aptitudes histriónicas, quienes resultaron igualmente valiosas para la realización y producción del programa.
Fueron dos hermosos y sufridos años en los que literalmente “parimos” el programa en equipo, hasta que ese Quijote decidió terminarlo y emprender otras contiendas que igualmente le han brindado grandes satisfacciones.
Desde entonces mis actividades profesionales me requieren visitar de manera esporádica las diferentes emisoras de la ciudad y me alegraba mucho ver y saludar al maestro, posicionado en su “curul” en Emisora Atlántico, donde laboró durante 10 años ininterrumpidos.
Hasta que un día no lo volví a ver y me entristeció saber que en el año 2002 la emisora decidió prescindir de sus servicios y quitarle el espacio dominical en el que realizaba su programa clave “Postales del ayer”, que en otrora fuese “Cita con el pasado”, al cual dedicó 55 años de su vida.
Me confiesa “el profesor” que no fue fácil dejar la Organización Radial Olímpica: “salir de emisora Atlántico fue un golpe muy duro para mí, tanto que me enfermé. Fue uno de los detonantes que requiere la depresión nerviosa para achacarlo a uno; empecé a sentirme mal no podía respirar no podía dormir, no tenía apetito. Mi hijo que es médico me atendió en Cartagena, me tomaron radiografías, placas de tórax, me hicieron diversos análisis y no encontraban nada. El psiquiatra me mandó inyecciones, sedantes y anti ansiolíticos y desde la primera dosis yo me empecé a sentir bien”.
Entendible por demás su reacción, si se tiene en cuenta que Álvaro Ruiz considera que su época de gloria en la radio desde el punto de vista económico la tuvo en Caracol y si se refiere a fama o popularidad fue en Riomar de Todelar donde tuvo muchísimo éxito y eso precisamente le abrió las puertas para Caracol nacional; pero afirma que hay un capítulo especial en su vida: “inolvidable para mí los 10 años en Emisora Atlántico, una emisora a la que adoro sinceramente”.
Gracias a todo esto, pudo sostener su hogar y brindarles educación a sus hijos, hasta llevarlos a ser profesionales. Después de un año y con deseos enormes de reanudar su programa, la única opción que le quedaba era alquilar un espacio en una emisora, cosa con la que él, y me consta, ha estado siempre en total desacuerdo.
Sin embargo decidió pagar espacio los fines de semana en Emisoras Riomar de Todelar, y comenzó así su calvario por los constantes incrementos en el precio, hasta que un jueves le avisaron que tenía que pagar el mes con un aumento o el domingo siguiente no le permitirían hacer su programa; eso fue de “arder Troya”, se le salió el “mal genio” - el que siempre le ha caracterizado - y amenazó hasta con demandar por daños y perjuicios a la emisora.
Suspendió su programa por un año. Pero la historia se repitió en Radio Tropical donde estuvo hasta enero de este año y desde entonces se encuentra retirado de la radio - no porque así lo desee - aunque indirectamente sigue ligado a ella, gracias a las consultas y asesorías que le brinda a quienes acuden a su inagotables conocimientos en la materia y a que se encuentra realizando los preliminares de la edición de su sexto libro titulado “Aspectos históricos de la radio en Barranquilla” que espero tener en mis manos autografiado, tal como sucedió con un ejemplar de “Personajes y episodios de la canción popular” que él me obsequió junto con un paquito de “Código del terror” que aún conservo.
“A diferencia total y absoluta de cuando salí de Atlántico, haber cerrado el programa y dejar de pagar espacio, me dio un alivio, me sentí tranquilo, me quité un peso de encima debido a que vivía mortificado porque la emisora se iba del aire, se dañaba, no había luz, el control llegaba tarde, tenía que pagar taxi para transportarme, y mejor dicho, pariendo por todos los aspectos para cumplirle a mis anunciantes”, explica el maestro.
A sus 76 años de vida, 56 de ellos dedicados a la radiodifusión colombiana como locutor, libretista, escritor, historiador y hasta “peón de la radio” como él se considera, aún conserva la esperanza de que un directivo de alguna emisora, “se ponga la mano en el considere” y le ceda un espacio para seguir brindando sus conocimientos musicales a través de “Postales del ayer”.
Y lo increíble: aún no pierde la esperanza de que se produzca una especie de milagro para que el Seguro Social, dice él, (hoy es Colpensiones) reconsidere aprobarle su pensión, la cual le negó debido a que según el instituto, no cotizó las semanas requeridas ya que directivos irresponsables de algunas emisoras donde laboró no consignaban sus aportes a pesar de que le descontaban las cuotas mensualmente.
Vaya manera de recompensar el invaluable aporte de toda una vida a la radiodifusión colombiana.
No hace falta ser sabios para concluir que definitivamente hay gente así, hay directivos así, hay emisoras así, y los seguirá habiendo, según las predicciones de Álvaro Ruiz, “hasta que el uso del computador y de internet se masifique y empiece el ‘despiporre' de la radio convencional por la competencia que para entonces será la radio online o virtual y solamente subsistirán las emisoras que han venido siendo bien administradas, sin arrendar espacios, con un departamento de ventas bien constituido y que hayan actualizado su tecnología”.
Por Liliana Gutiérrez